Alguien trabaja para ti

16
Ago

Cuando Jesús estaba por ir al Padre, le dijo a sus discípulos que no los dejaría solos. Él enviaría a otro como Él para estar con ellos.

Juan 16:7

“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré.”
Jesús vio necesario que el Espíritu Santo viniera y viviera en los creyentes, porque el Nuevo Pacto implica una nueva manera de vivir: los seres humanos operando con el Espíritu Santo dentro de ellos.
Lamentablemente, muchos creyentes viven sus vidas ignorando al Espíritu. Sin embargo, no es posible vivir la vida que Jesús quiere que vivamos sin la ayuda del Espíritu.
Las siguientes son algunas de las razones por las que necesitamos al Espíritu Santo.

1. El Espíritu Santo nos empodera para ser testigos de Jesús

Una de las razones por las que el Espíritu Santo vino fue para darnos poder y denuedo para ser verdaderos testigos de Jesucristo.

Lucas 24.49 (RVR1960)

“He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.”

Hechos 1.8 (RVR1960)

“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos …”
Muchas personas tienen temor de hablar de Jesús o creer que no están calificadas.
Si usted es salvo, usted tiene un testimonio de cómo Dios lo ha salvado.
Usted necesita al Espíritu Santo para que le dé denuedo.
Si usted está hablándole a alguien que está enfermo, necesita poder para orar por ellos para que sean sanos.
¿Si ignoramos al Espíritu Santo, entonces cómo podremos ser buenos testigos de Jesús?

Hechos 4.31 (RVR1960)

“Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.”

2. El Espíritu Santo nos ayuda en la Oración

Como creyentes, tenemos el privilegio de poder entrar en la presencia de Dios a través de la oración.
Tristemente, muchas personas se aburren fácilmente o no están interesadas en orar a Dios.

Romanos 8.26-27 (NTV)

“26 Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. 27 Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía con la voluntad de Dios.”
La ayuda del Espíritu Santo convierte nuestra oración en sobrenatural, así que sólo puede llevarse a cabo con la ayuda del Espíritu Santo.
Si usted quiere tener verdadera comunión con Dios, sentir Su presencia y fortalecerse en oración, pídale al Espíritu Santo que lo ayude a orar.
Como creyente, no está abandonado a su suerte para enfrentar los problemas.
Aun cuando no sepa las palabras adecuadas cuando ora, el Espíritu Santo ora con usted y por usted, y Dios contesta.
Con la ayuda de Dios al orar, usted no debe temer estar ante su presencia. Pida que el Espíritu Santo interceda en su favor “conforme a la voluntad de Dios”. Luego, cuando presente sus peticiones a Dios, confíe en que El siempre le dará lo mejor.
La palabra griega traducida como ayuda se usa en Luk_10:40, donde Marta le pide a María que le ayude.
El término no indica que el Espíritu va a orar en lugar nuestro, sino que se nos une para hacer más efectivas nuestras débiles oraciones.
Algunos interpretan los gemidos como emitidos por el Espíritu Santo, debido a que el texto dice que el Espíritu los usa para interceder por nosotros.
Si el v. 26 se refiere a los «gemidos» del Espíritu Santo, que no podemos escuchar, entonces simplemente ofrece aliento afirmando que el Espíritu ora por nosotros, y lo hace con efectividad cuando nosotros no sabemos hacerlo.
La expresión indecible no necesariamente significa «silente», sino que más bien quiere decir «imposible de poner en palabras».
Pablo está hablando en este versículo, en términos generales, de la vida de oración de los cristianos, no discute específicamente la cuestión del hablar en lenguas.
Sin embargo, hay similitud entre ambas experiencias; el hablar en lenguas a menudo es orar o adorar emitiendo sonidos que no comprende la persona que los emite (1Co_14:2), y ambas modalidades del lenguaje se deben a la actividad del Espíritu Santo (Act_2:4; 1Co_12:10-11; 1Co_12:14-15; Eph_6:18; Jud_1:20).

3. El Espíritu Santo nos da dones sobrenaturales

La vida cristiana es sobrenatural. A todos los creyentes les han sido dados dones sobrenaturales del Espíritu Santo.
¡Piénselo! El Espíritu Santo le ha dado una manifestación sobrenatural, espiritual.

1Corintios 12.7-11

“Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”
Desafortunadamente, la mayoría de los cristianos nunca usan sus dones. ¿Qué don tiene usted? Si no lo sabe, pídale a Dios que active los dones en usted y que provea las circunstancias en las que sus dones saldrán a la luz.
Pablo identifica un don espiritual como una habilidad sobrenatural concedida por el Espíritu Santo a una persona, no como la exaltación de una habilidad natural. Así, cada don es una manifestación del Espíritu, esto es, una evidencia visible de su actividad. El Espíritu Santo derrama sus dones según su voluntad de acuerdo con la ocasión, desde el punto de vista divino.
Estos nueve dones evidencian la variada distribución que requiere la plena manifestación del Espíritu:
La palabra de sabiduría consiste en una expresión espiritual que brota en un momento determinado por el Espíritu, revelando de forma sobrenatural la mente, el propósito y las vías de Dios aplicadas a una situación específica.
La palabra de ciencia es una revelación sobrenatural de información sobre una persona o un acontecimiento, dada con un propósito concreto, que usualmente tiene que ver con una necesidad inmediata.
El don de fe representa una forma única de fe que va más allá de la simple creencia o la fe salvadora. Consiste en una confianza sobrenatural que no alberga la más mínima duda en torno al asunto de que se trate.
Los dones de sanidades son aquellos mediante los cuales Dios concede sanidad por el Espíritu. El plural sugiere que de la misma manera que existen muchos males y enfermedades, hay dones relacionados con la cura de variados desórdenes.
El don de hacer milagros es una manifestación de poder que sobrepasa la acción ordinaria de la ley natural. Es la capacidad otorgada por Dios para hacer algo que no puede realizarse por medios naturales.
La profecía es una revelación divina de parte del Espíritu, una manifestación edificante del Espíritu para satisfacer una necesidad concreta (14.3), una súbita visión del Espíritu que exhorta o consuela (14.3, 30).
Discernimiento de espíritus es la habilidad para distinguir el espíritu del mundo, y especialmente para descubrir el verdadero motivo o razones que animan a la gente.
Diversos géneros de lenguas es el don de hablar de forma sobrenatural en un idioma no conocido por el individuo. El plural alude a diferentes formas que posiblemente armonizan las lenguas vivas que se conocen de Act_2:4-6, y los sonidos transracionales de Corintios, especialmente dirigidos a orar y cantar en el Espíritu, fundamentalmente en la alabanza personal (Act_14:14-19).
La interpretación de lenguas es el don de descifrar el significado del mensaje transracional (no irracional) del Espíritu a los que escuchan. No equivale a la traducción de un lenguaje extranjero. Nota: Ninguno de los dones requiere un escenario «público», aunque todos puede manifestarse y deben recibirse con beneplácito en las actividades colectivas.

4. El Espíritu Santo transforma nuestra vida

Por la obra del Espíritu Santo, nos vamos pareciendo cada día a más a Cristo, nuestro carácter se va moldeando y nos vamos alejando cada vez más del pecado y eso nos va acercando más y más a Dios.
Transformación significa cambio total, y precisamente eso es lo que hace el Espíritu Santo, nos va cambiando, nos va moldeando, nos va haciendo a la imagen de nuestro Señor Jesús.
2Corintios 3.17-18 (NTV) 17 Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 18 Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen.”
Todos aquellos que tratan de ser salvos guardando las leyes del Antiguo Testamento pronto se enredan con reglas y ceremonias.
Pero ahora, a través del Espíritu Santo, Dios nos otorga libertad del pecado y la condenación (Rom_8:1).
Cuando confiamos Cristo nos salva, Él quita nuestra pesada carga de agradarle y nuestra culpa por no lograrlo.
Al confiar en Cristo somos amados, aceptados, perdonados y libertados para vivir para El. “Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”.
La gloria que el Espíritu imparte al creyente es superior, en calidad y duración, a la que Moisés experimentó.
Al contemplar la naturaleza de Dios sin el velo en nuestras mentes, nos asemejamos a Cristo.
En el evangelio vemos la verdad de Cristo y ella transforma nuestra moral en la medida que la entendemos y la usamos.
Cuando aprendemos de la vida de Cristo podemos entender lo maravilloso que es Dios y lo que a Él en realidad le agrada.
En la medida que nuestro conocimiento se profundiza, el Espíritu Santo nos ayuda a cambiar. Llegar a ser como Cristo es una experiencia progresiva (véanse Rom_8:29; Gal_4:19; Phi_3:21; 1Jo_3:2).
Cuanto más cerca sigamos a Cristo, más nos asemejaremos a Él.

Conclusión

Debemos buscar incansablemente la llenura del Espíritu Santo, no podemos vivir sin su presencia, debemos cada día llenarnos más y más de Él. Que no pase un solo día sin que hables con Él, sin que le busques, sin que le adores, sin que le preguntes cual es la voluntad de Dios para ti, sin que te abrace y sin que sientas que está ahí, como un verdadero Consolador.

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