«Si quieres disfrutar de la vida y ver muchos días felices refrena tu lengua de hablar el mal y tus labios de decir mentiras” (1 Pedro 3,10 RVR)
Introducción:
Debemos tener claro que nosotros determinamos el día que queremos vivir. La biblia dice “si quiere ver días felices…”, es así que, ¡anímese! hay una dirección de Dios para ver esos días felices en nuestras vidas. Para lo cual, nosotros debemos tomar algunas acciones que nos llevarán a tener esos “buenos días”.
¿Para qué sirve el tapabocas?
Por estos días es obligatorio usar el tapabocas debido a la pandemia que estamos enfrentando.
El tapabocas también se denomina máscara quirúrgica, barbijo, mascarilla, o cubrebocas. Es un tipo de máscara autofiltrante utilizada por cirujanos y personal médico y sanitario para contener bacterias provenientes de la nariz y la boca.
Las máscaras quirúrgicas o tapabocas son usados también por personas en espacios públicos ante brotes o epidemias de enfermedades transmitidas por vía respiratoria, o bien cuando el aire de un determinado lugar está contaminado.
Las máscaras quirúrgicas o tapabocas simplemente protegen al usuario de ser salpicado en la boca con fluidos corporales. Ahora bien, estos tapabocas han sido diseñados para protegernos de las cosas que puedan entrar a nuestro cuerpo por la boca o la nariz. En resumen el tapabocas es un elemento que ayuda a proteger nuestra salud física.
Pero es importante tener en cuenta el tapabocas que nos ayuda a protegernos de las cosas que salen de nuestra boca y que muchas veces nos impiden “ver días buenos”. Teniendo en cuenta la enseñanza que Jesús dio a los discípulos: no es lo que ustedes comen lo que los va a contaminar, sino, lo que ustedes hablan (Mateo 15:11).
Este tapabocas no sólo le ayudará a cuidar su salud física sino también la espiritual y emocional, provocando en sus vidas relaciones saludables, estables y duraderas, lo cual producirá en nuestras vidas, muy pero muy buenos días.
¿Cuál es este tapabocas?
“… refrena tu lengua de hablar el mal y tus labios de decir mentiras”
(Salmo 34:13-15 NTV)
Refrendamos nuestra lengua de hablar mal y hablar engaño, siempre que alineamos nuestras palabras con la palabra de Dios. Los días buenos, felices y dichosos están en el poder de tu lengua, tu boca, tus palabras, tus confesiones, tus declaraciones, es lo que te salva, lo que te promueve, lo que te abre camino, es tu boca, no la de otros, si Dios usó la boca para crear lo que vemos, debemos usarla nosotros también. Desde Génesis nos dejó el secreto de cómo hacerlo, cuando él quiso hacer algo bueno habló, cuando quiso salvar a la humanidad encarnó al verbo Jesucristo, la Palabra, a nosotros nos gusta oír palabra, conferencias, cuando lo que debe gustarnos más es hablar la palabra.
Lo que confiese con su boca eso será lo que usted llegara a ser.
¿Qué gana usted usando este tapabocas?
- El uso de este tapabocas te guardará de pecar.
“ En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente” (Proverbios 10.19 RVR1960)
¿Por qué el hablar demasiado nos lleva a pecar?
- Hablar demasiado es el combustible del chisme.
- Hablar demasiado es el enemigo de escuchar.
- Hablar demasiado usualmente alimenta la jactancia.
- Hablar demasiado puede dar lugar a la duración.
- Hablar demasiado es a menudo una charla ociosa.
- Hablar demasiado puede dar a luz a la blasfemia.
- Hablar demasiado usualmente destruye.
- Hablar demasiado a menudo es alguien queriendo llamar la atención.
Es así que, el uso del tapabocas nos guardará de pecar.
- El uso de este tapabocas te guardará de angustias.
“El que guarda su boca y su lengua. Su alma guarda de angustias”
(Proverbios 21:23 RVR1960)
Cuidado con lo que dice. Las palabras son como la pasta del tríptico. Una vez que uno saca la pasta del tubo no se puede volver a colocarla adentro. Es así, como funcionan las palabras una vez salgan de nuestra boca, no podemos hacer nada, ya se soltaron, ya se dijeron, por eso no podemos dejar salir de nuestra boca palabras que causarán angustias, que destruirán relaciones, que no edificarán ni a nosotros ni a los demás.
Las palabras descuidadas pueden traer muchos problemas. Tener la sabiduría para cuidar nuestra boca y lengua nos evitará muchos problemas. El Espíritu Santo de Dios nos ayudará a tener esta sabiduría, Él tiene todos los elementos para ayudarnos a andar en prudencia.
Muchas veces estamos angustiados no por las circunstancias, no por las cosas que nos están pasando, sino por las cosas que llamamos a nuestra vida por nuestra propia boca. Muchas veces esos problemas que tenemos no fueron por cosas de la vida, sino porque abrimos la boca cuando no debíamos.
- El uso de este tapabocas te guardará de rendir cuentas.
“Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado”. (Mateo 12:36-37)
Quiere decir que, la cuenta de lo que digamos, la tendremos que pagar, o sea, se pasará factura cuando debamos.
¿Qué fruto está produciendo tu palabra? Las palabras ociosas son las que están fuera de lugar, esas palabras que no producen fruto, que nos desaniman, que nos desalientan, lo que hacen es destruir y derribar las cosas de Dios. Por eso ese tipo de palabras nos van a pedir cuentas. Debemos pedir a Dios que nos ayude a guardar nuestra mente, para guardar nuestra alma de angustias.
Valientes son los que saben callar, y que no se les puede persuadir para que digan algo que no conviene, es decir, palabras sin sentido“sin ton ni son”. Valientes son los que no participan en charlas sin sentido, valientes son los que no se metan en conversaciones en las que no tienen nada importante que aportar.
Por inofensivas que parezcan todas estas cosas, cuanto más sigas con ellas, más fáciles que se degeneren en chisme y crítica.
Tus palabras crean, a veces lo que decimos no sucede porque no fue dicho con fé, pero eso no quiere decir que alguien que oyó lo que se dijo no pudo salir lastimado. Por eso debemos tener un 100% de responsabilidad en la manera en cómo nos comunicamos y expresamos.
¿Y qué palabras descuidadas sueltas sin considerar el efecto que causan en otro? Qué piensas que simplemente “hacerte el de la vista gorda”, o decir, “eso no fue lo que quise decir”, como si pensaras que tus palabras no tienen valor.
- El uso de este tapabocas te guardará de herir.
“Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina” (Proverbios 12:18)
Deberías preguntarte: ¿Son mis palabras golpe de espada o son mis palabras lengua de sabios que sanan y edifican?
Tus palabras edifican o destruyen, desaniman o inspiran, curan o daña; por tanto, ¡eligelas con cuidado hoy!.
Si dices palabras correctas, que edifican, con la sabiduría de Dios, de seguro que esas palabras serán medicina.
¿Cuánto puede afectar a otros nuestras palabras? ¿Cuánto daño podemos causar a veces conscientemente o de repente involuntariamente con lo que hablamos?
Podemos destruir ilusiones, producir frustración. En algunos casos somos instrumentos de desánimo, de dolor. Podemos causar heridas en el alma que no se borran con un simple “perdóname no quise decirlo”. Deberíamos aprender a pensar lo que decimos antes de abrir nuestra boca.
Ponte tu tapabocas si vas a decir palabras que no van a dar fruto, si vas a decir palabras apoyadas en las circunstancias, pero retiralo, si vas a decir palabras que edifiquen, que tracen un buen destino para ti, tu familia y sobre quien te expreses. No es negar lo que es, sino, hablar lo que queremos ver, el Espíritu de Dios nos revelará con su sabiduría palabras para la edificación de nuestra familia.
- El uso de este tapabocas te guardará de provocar un gran incendio.
5 Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, !!cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! 6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. (Santiago 3:5-6 RVR1960)
¿Has visto alguna vez cómo se inicia un incendio? Tal vez no te hayas dado cuenta, pero muchos incendios, grandísimos, lo más seguro es que comenzaron con un pequeño fuego: ¡Cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad.
Nuestro lenguaje es importante para construir y edificar, pero también cuando no sabemos o no queremos saber expresarnos, se convierte en fuente de destrucción, de miseria, de enemistad.
La palabra nos dice que la lengua es un miembro pequeño, un fósforo, pero una vez que se prende puede causar las catástrofes más grandes del mundo. Una cerilla encendida puede acabar con un bosque de años de cultivo, en sólo unos minutos, y su recuperación es muy demorada y los daños causados en la geografía y la ecología se muestran casi irreparables.
Así mismo, pasa con nuestra lengua, a veces proferimos palabras, frases, apoyadas por una fuerza emocional que se torna devastadora en la formación del carácter, de la autoestima de un ser humano, causa heridas afectivas y emocionales, afecta el desarrollo de la personalidad del individuo y lacera su dignidad.
Situaciones estas que a veces se tornan insuperables en la vida humana, llenando vidas de tragedia, de miseria, que se vuelven maldiciones generacionales, pues al no ser sanadas se repite en las futuras generaciones.
¿Cómo deben ser nuestras palabras para ver buenos días?
“No empleen un lenguaje grosero ni ofensivo. Que todo lo que digan sea bueno y útil, a fin de que sus palabras resulten de estímulo para quienes las oigan”(Efesios 4-29 NTV).
¡Usa palabras que animen a otros, que engrandezcan la vida de otros!
La palabra griega “sapros” (G:4550), de la cual se traduce la palabra “corrompida”, da la idea de algo que no vale nada, o que está podrido. Se utiliza para describir un producto o sustancia que sale o brota de un animal o un vegetal y que tiene la misma característica de la fuente origen. En otras palabras, “de acuerdo al árbol es el fruto” (Mateo 7:17-18).
Si pensamos en ello, nuestra naturaleza pecaminosa siempre va a producir palabras corrompidas, mientras que nuestra naturaleza espiritual va a llevarnos a decir palabras buenas. Dependerá de la naturaleza que esté dominando nuestro ser lo que conducirá a decir palabras corrompidas o palabras buenas. Es así que, si somos nacidos de nuevo, participantes de la naturaleza divina de nuestro Señor, lo que hablemos debe corresponder a lo que somos.
Una palabra dicha adecuadamente puede ser de gran provecho a la persona que escucha y es ahí donde el propósito de edificar se basa. Debo buscar siempre la oportunidad de expresar cosas que vayan en función de la sana y adecuada edificación de las personas.
¿Alguna vez ha estado alrededor de alguien que siempre está hablando palabras positivas y amorosas? ¿Recuerda cuán edificado y alentado se sintió después de pasar tiempo con esa persona? ¿Sabe que puede hacer lo mismo por aquellos alrededor de usted?
Como se menciona en Colosenses 4:6 (RVR1960): “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” .
Debemos hablar verdades amorosas y sanadoras que edifican creencia y disipan la duda, la preocupación y el temor. A medida que compartimos la Palabra de Dios con las personas, les estaremos dando palabras provechosas que los edificarán y los fortalecerán.
Conclusión:
Como la gente de Dios, eso es lo que queremos, hacer el bien, buscar la paz, y dar edificación no destrucción. Queremos desarrollar un hábito de hablar palabras de edificación, en vez de palabras sarcásticas, duras o criticadoras.
Pero hablar palabras amorosas y llenas de gracia no sale automáticamente. Cada uno de nosotros tiene que decidir hablarlas, y se requiere de pensamientos y acciones deliberadas.
Aquí hay dos claves sencillas y prácticas para ayudarnos a hablar palabras de edificación.
- Llenemos nuestros corazones con la Palabra. Léala, estudiela, escuchela, ámela. Permitamos que more en nosotros en abundancia “… porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34). Aquello que pasamos tiempo pensando es aquello que pasamos tiempo hablando. Así que, si queremos edificarnos y alentarnos unos a otros, tenemos que guardar una abundancia de la Palabra en nuestros corazones.
- Pensemos antes de hablar. Hemos de ser cuidadosos con lo que decimos. Podemos controlar lo que decimos por medio de pensar antes de abrir nuestra boca. Entonces guardaremos -protegeremos o cuidaremos- nuestra vida. Debemos pensar antes de hablar para que así edifiquemos y alentemos aquellos alrededor de nosotros, ¡porque lo que decimos tiene poder!.
- Tener compasión y amor al expresarnos. Debemos pedirle a Dios que nos ponga el tapabocas cuando vamos a expresar palabras que no pretenda edificar, sino, destruir, que nos permita actuar con amor y compasión con los demás, expresándonos con palabras adecuadas en el momento adecuado.
Cada día está lleno de oportunidades para alentar a aquellos alrededor de nosotros. Decidamos pensar primero y hablar palabras amorosas y llenas de gracia, provenientes de un corazón lleno de la Palabra de Dios.
Nuestras palabras de edificación tienen el poder para ayudar a otros a llegar a un nivel mayor de pensamiento en su desarrollo espiritual. Podemos inspirarlo, edificarlos, amarlos y fortalecernos con nuestras palabras. ¡Utilicemos poderosas palabras de edificación!